Comprimiendo varias vidas en dos años

Recientemente hemos podido leer en ABC, y en otros periódicos, que un investigador (Gary McGuire, matemático) ha elaborado un complejo algoritmo para resolver un sudoku y asegurar que este célebre juego no tiene solución a menos que haya 17 cifras-pista de inicio.

Lo que nos llama la atención de la noticia es la siguiente frase:

McGuire ha llegado a esta conclusión tras trabajar durante dos años en el algoritmo complejo que le ha llevado a la solución. Para ello ha utilizado unos siete millones de horas buscando a través de las redes.

Siete millones de horas son 291.666 días y 16 horas, es decir, 799 años 31 días y 16 horas. Creo que a muchos nos parece más importante conocer cómo ha podido comprimir todos estos años de “búsqueda a través de las redes” en sólo 2.

Bromas aparte, pueden obtener el artículo de McGuire aquí. En la página 37 el autor explica que los cálculos informáticos (pues ha resuelto el problema probando con todos los posibles sudokus de 16 pistas) han llevado 7.1 millones de horas en una máquina Stokes que tiene 320 nodos de cómputo, cada uno de estos nodos tiene dos procesadores con seis núcleos. Es decir, que el cálculo, extraordinariamente comlejo, lo han realizado 320x3x6=3840 núcleos en paralelo. A pesar de la enorme capacidad de cálculo de la máquina Stokes, los cálculos han tardado un año en realizarse.

Entendemos que el periodista no tiene que comprender todos los detalles técnicos de la noticia, pero sí debe saber que 7 millones de horas son muchas para un ser humano.

Un genio de la biología

Del blog Simetrías, de Javier Sampedro.

Los dos grandes genios creativos de la biología del siglo XX fueron dos mujeres. La segunda de ellas, Lynn Margulis, murió en noviembre a los 73 años, dispensando así a la Academia sueca del papelón de tener que darle el premio Nobel a los 81, como ya tuvo que hacer con la primera, Barbara McClintock. Margulis hizo la mayor contribución a la teoría de la evolución desde Darwin, y lo siento por quien crea que exagero: va a tener que seguir leyendo.

Darwin siempre supo que las discontinuidades eran la mayor objeción que cabía oponer a su teoría de la evolución. La selección natural –el mecanismo evolutivo descubierto por el naturalista– era un proceso gradual y parsimonioso, como la geología de su mentor Charles Lyell, mientras que las especies suelen aparecer ante nosotros como entidades estables y discretas, tanto en el campo como en el registro fósil. La gran dificultad que le atormentó toda su vida hasta hacerle “tambalear” fue la mayor de las discontinuidades conocidas en su época, la explosión cámbrica, o aparición súbita (en las escalas de los geólogos) de la vida animal en toda su exuberante variedad. Pero eso es solo porque no llegó a conocer un salto todavía más profundo: el origen de la célula eucariota. Porque ésa sí que hubiera sido su gran pesadilla.

Y hubo que esperar 108 años desde la publicación de ‘El origen de las especies’ hasta que Lynn Margulis resolvió esta cuestión fundamental. Continuar leyendo “Un genio de la biología”