Entrevista a Manuel de León

Manuel de León es miembro del comité ejecutivo de la 
Unión Matemática Internacional y director de ICMAT

Es el único español que ha accedido al comité ejecutivo de la Unión Matemática Internacional. En él Manuel de León organiza, junto a 10 colegas de distintos países, los congresos que se celebran cada cuatro años y que reúnen a las mentes más brillantes de las matemáticas. Afable y extrovertido, de León no concuerda con la imagen inaccesible y hasta un tanto excéntrica que a veces se atribuye a quienes dedican su tiempo a resolver algoritmos, hacer cálculos aritméticos o solucionar problemas de geometría diferencial. Este científico de los números, que dirige el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), adscrito al CSIC, quiere contar las matemáticas a todo el que esté dispuesto a escuchar. Su libro ‘La geometría del Universo’ (CSIC-Catarata) es una buena muestra de su faceta de divulgador. En sus páginas explica por qué su disciplina “es una parte consustancial de las Humanidades y la cultura”. ¿Dónde estamos? ¿Qué somos? ¿Qué hacemos aquí? Las matemáticas, dice, esconden las claves para estas y otras muchas respuestas. Estos días colegas y alumnos rinden homenaje a de León, que cumple 60 años, a través de un congreso –deLeonFest– con las matemáticas como protagonistas.

En ‘La geometría del Universo’ hablas de la relación que hay entre las matemáticas y la filosofía. Llama la atención que una ciencia pura tenga vínculos tan estrechos con otra que se basa en la especulación…

Las matemáticas, cuando nacieron como ciencia –probablemente sean la ciencia más antigua porque contar es una de las primeras cosas que hacemos– eran filosofía. Los matemáticos y los filósofos eran lo mismo. Por eso las matemáticas, que en griego significan ‘conocimiento’, van de la mano de la filosofía, te dan el sustrato intelectual del mundo físico que observas y que quieres explicar. Sin ellas eso es imposible. Como decía Galileo, si alguna vez podemos explicar qué es el mundo será con las matemáticas. El Universo está escrito en lenguaje matemático y sin las matemáticas viviríamos en un mundo de oscuridad e ignorancia.

… Seguir leyendo en la página web del CSIC.

Un matemático andaluz es el mejor científico de datos de Kaggle

Esta entrada es un extracto de este artículo publicado
en el blog de Soraya Paniagua

kaggle2El 28 de noviembre un español llamado José A. Guerrero alcanzaba el primer puesto del ranking de Kaggle, la plataforma de referencia para los científicos de datos de todo el mundo que actualmente aglutina a más de 130.000 miembros.

Kaggle es la comunidad de Data Science más grande y activa del mundo. Una plataforma donde más 130.000 científicos de todo el mundo compiten entre sí para resolver, con datos, complejos problemas científicos. Los científicos más destacados conforman un equipo de élite dentro de la comunidad y son invitados a participar en proyectos para grandes compañías.

El 28 de noviembre Kaggle publicó este tuit:

kaggle1José Antonio se unió a Kaggle para participar en un reto de Heritage Health Network. Sus modelos predictivos obtuvieron la tercera posición.

kaggle3Actualmente Guerrero trabaja en el mayor hospital de Andalucía (el Virgen del Rocío) manejando grandes volúmenes de datos clínicos. Es licenciado en Matemáticas, con especialidad de Estadística e Investigación Operativa. Nació en Cádiz pero vive en Sevilla.

Tienen más información en El Confidencial

Un sistema binario inventado en Polinesia siglos antes que Leibnitz

Javier Sampedro
El País

matematica-sistema-binarioEl genial matemático Gottfried Leibniz (1646-1716) no fue el primero en inventar el sistema binario que ahora utilizan nuestros ordenadores y teléfonos. Los nativos de Mangareva, una pequeña isla polinésica, se le adelantaron en varios siglos. Los mangareveños no tenían la menor intención de inventar la computación digital, pero se dieron cuenta de que el sistema decimal —como el nuestro— que habían heredado de sus ancestros resultaba demasiado engorroso para hacer los cálculos en el mercado, y le superpusieron un sistema binario que facilita mucho las operaciones aritméticas más comunes. También Leibniz arguyó que su sistema binario servía para simplificar las cuentas, aunque nadie le hizo mucho caso.

No se trata del primer sistema binario conocido de la era preLeibniz –los mismos hexagramas del I-Ching que inspiraron al gran matemático alemán constituyen un sistema binario y tienen casi 3.000 años—, pero Andrea Bender y Sieghard Beller, del departamento de ciencia psicosocial de la Universidad de Bergen, en Noruega, muestran ahora cómo los habitantes de Mangareva no solo inventaron el sistema para contar pescados, frutas, cocos, pulpos y otros bienes de diferente valor en sus transacciones comerciales, sino también cómo esto les condujo a una aritmética binaria que habría merecido la aprobación de Leibniz por su sencillez y naturalidad. Los autores creen que su trabajo revela que el cerebro humano está innatamente capacitado para las matemáticas avanzadas. Publican los resultados en PNAS.

Entender el hallazgo requiere un somero repaso del álgebra elemental. El sistema decimal al que estamos habituados, y que es el más común en todo tipo de culturas humanas por basarse en los diez dedos de las manos, lleva implícitas las potencias de diez en la posición de las cifras: en el número 3.725, se entiende que el 5 va multiplicado por 1 (10 elevado a 0); el 2 va multiplicado por 10 (10 elevado a 1); el 7 va multiplicado por 100 (10 elevado a 2); y el 3 va multiplicado por 1.000 (10 elevado a 3).

En un sistema binario solo hay dos símbolos (convencionalmente 0 y 1, pero también pueden ser dos estados de magnetización, como en los ordenadores), y las potencias implícitas por la posición no son las de 10, sino las de 2. Por ejemplo, en el número binario 111, se entiende que el último 1 va multiplicado por 1 (2 elevado a 0), el segundo por 2 (2 elevado a 1) y el primero por 4 (2 elevado a 2); equivale al siete del sistema decimal.

Bender y Beller no han descubierto nada parecido a un pergamino polinesio densamente cubierto de ceros y unos, ni mucho menos una cinta perforada. Lo que han hecho es analizar el lenguaje de Mangareva —uno de los cientos de idiomas de la familia austronesia habladas en las islas del Pacífico— en el contexto de su modo tradicional de vida y las características de sus bienes más preciados de consumo y sus transacciones comerciales, ofrendas, fiestas y demás. Esta forma de vida está en acelerado proceso de extinción, y con ella el sistema aritmético y la propia lengua de los mangareveños, de la que solo quedan ahora unos 600 hablantes en la isla.

Una evidencia del uso de las potencias de 2 —es decir, del sistema binario— en el comercio tradicional de Mangareva son los valores (o taugas) asociados a los bienes más valorados en la isla: tortugas (1 tauga), pescado (2), cocos (4) y pulpo (8). Otro producto valioso es el fruto del árbol del pan (Artocarpus altilis), llamado en inglés breadfruit (fruto del pan). Los frutos del pan de segunda fila valían lo que un coco (4), pero los mejores igualaban al pulpo (8). Recuerden que 1, 2, 4, 8, … son las potencias de 2.

Otro ángulo por el que asoman esas mismas potencias, aunque más indirecto —y combinado con el sistema decimal al que los mangareveños nunca renunciaron del todo— son las palabras (numerales) de uso más común en el rango de las decenas: takau (10), paua (20), tataua (40) y varu (80). Vuelven a aparecer las potencias de dos (1, 2, 4, 8), aunque esta vez multiplicadas por 10, para cubrir otro abanico de tamaños. Las demás decenas no son palabras nuevas, sino combinaciones gramaticales de las anteriores.

La ventaja de este sistema es que facilita mucho las opèraciones aritméticas fundamentales. Mientras que en el sistema decimal sumar de cabeza (sin contar) requiere memorizar más de 50 cancioncillas (como 4+7=11), en el sistema de Mangareva basta con saber que varu es el doble de tataua, que a su vez es el doble de paua, que a su vez es el doble de takau. Lo demás emerge de un modo muy natural y fácil de utilizar.

Con otras palabras, se trata esencialmente del mismo argumento que utilizó el gran Leibniz. Los demás seguimos contando con los dedos.

No son cosas de mujeres

GermainGracias al blog ZTFNews.org, al que hacía tiempo que no hacíamos referencia, he podido leer este maravilloso texto de Eduardo Galeano sobre Sophie Germain, de su libro Espejos.

Aprendió a leer leyendo números. Jugar con números era lo que más la divertía y en las noches soñaba con Arquímedes.
El padre prohibía:
—No son cosas de mujeres —decía.
Cuando la revolución francesa fundó la Escuela Politécnica, Sophie Germain tenía dieciocho años. Quiso entrar. Le cerraron la puerta en las narices:
—No son cosas de mujeres —dijeron.
Por su cuenta solita, estudió, investigó, inventó.
Enviaba sus trabajos por correo, al profesor Lagrange. Sophie firmaba Monsieur Antoine-August Le Blanc, y así evitaba que el eximio maestro contestara:
—No son cosas de mujeres.
Llevaban diez años carteándose, de matemático a matemático, cuando el profesor supo que él era ella.
A partir de entonces, Sophie fue la única mujer aceptada en el masculino Olimpo de la ciencia europea: en las matemáticas, profundizando teoremas, y después en la física, donde revolucionó el estudio de las superficies elásticas.
Un siglo después, sus aportes contribuyeron a hacer posible, entre otras cosas, la torre Eiffel.
La torre lleva grabados los nombres de varios científicos.
Sophie no está.
En su certificado de defunción, de 1831, figuró como rentista, no como científica:
—No son cosas de mujeres —dijo el funcionario.

Eduardo Galeano, Mudanza de nombre

La ciencia eminentemente útil

Del discurso leído por José Echegaray ante la Real Academia de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en su recepción pública el
once de marzo de 1866

(…) Así, señores, es la ciencia eminentemente útil, no de una manera indirecta por sus aplicaciones, sino directa e inmediata,  porque directa e inmediatamente y por su propia virtud,  satisface altísimas necesidades humanas, y del mismo modo que el cuerpo busca el pan de cada día, busca el alma, hambrienta de belleza y de verdad, algo que satisfaga las aspiraciones a lo infinito de su inmortal esencia; busca la verdad repito, por esa misteriosa atracción que entre la verdad y el pensamiento existe, y que hace que la razón vaya tras ella anhelante, y sin ella muera, y con ella viva; y que al hallarla en su esencia divina, se sumerja y se bañe gozosa como en océano de luz.

José Echegaray y Eizaguirre

Gracias a la conferencia impartida ayer por el profesor D. Renato Álvarez Nodarse, he tenido conocimiento de este discurso que, con motivo de su entrada en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, dio Echegaray, nuestro premio Nobel.

Como relatan Antón del Olmet y García Carraffa en su libro Echegaray, el discurso fue muy polémico en su tiempo por su visión negativa de la matemática española y por su defensa de la ciencia básica frente a la práctica:

Y como el discurso resultara áspero, crudo y hasta agresivo, produjo, a pesar de las felicitaciones y elogios de rúbrica, pésimo efecto en algunos centros y colectividades… Muchos periódicos combatieron su discurso. Los revolucionarios atacaron sus tendencias liberales; los liberales le acusaron de maltratar a la Ciencia Española y la polémica fue ruda porque D. José contestó a todos en el mismo tono que había empleado en su discurso.

Yo os animo a leer el discurso, cuyo enlace tenéis aquí.