La cuadratura del círculo

Ayer las universidades de Sevilla celebramos el día de San Fernando, patrón de la ciudad, impartiendo docencia en la calle.

El objetivo era mostrar a la sociedad qué se hace en la Universidad. Valoro la experiencia como muy positiva por distintas razones: participamos más de 120 profesores en un horario dividido de 10 a 14 y de 16 a 19, la organización corrió a cargo de una comisión de alumnos que lo hizo estupendamente (ubicando las charlas, aportando pizarras, mesas, sillas… lo que hiciera falta), a pesar del calor tan terrible, a las 16h había aproximadamente 20 personas siguiendo cada charla y yo, en particular, me sentí muy cómodo explicando en un sitio tan estupendo y ante público tan interesado.

El título de mi charla fue “Construcciones con regla y compás: la cuadratura del círculo”, que quise plantear como un pequeño homenaje a Grecia, cuna de la democracia. Durante mi exposición planteé varios problemas geométricos nacidos en la Grecia clásica: la cuadratura del círculo, la duplicación del cubo y la trisección del ángulo. Y expliqué, creo que con éxito, por qué esos problemas no tienen solución con regla y compás.

Además estuve explicando qué polígonos regulares son constructibles con regla y compás.

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Recortes sí, pero no a mí

El presidente de la Confederación de Empresarios Andaluces (CEA), Santiago Herrero, se ha manifestado de acuerdo en la necesidad del ajuste del gasto público, aunque discrepa de las decisiones de la Junta de Andalucía.

Concretamente es contrario a la subida del IRPF y al recorte de la inversión en obra pública, lo que pone en peligro “70.000 empleos en la construcción”.

También reprocha, el presidente de la CEA, que la disminución del sector público “empresarial” no se vea reflejada en pérdidas de puestos de trabajo.

En fin… que están bien los recortes y son necesarios, pero no a mí.

Hay que saber que cualquier recorte de gasto público conlleva, necesariamente, paro. Ya lo comentamos aquí en la entrada ¿Cuántos cafés son un parado?

La buena voluntad del presidente de los empresarios al defender a las empresas de la construcción olvida, aparentemente, el efecto que tendrán el resto de recortes en otras empresas que, supongo, también habrá de defender: comercios, hostelería, alimentación,…

Y es que, si Santiago pensara en que los casi 2.000 millones que la Junta va a recortar en el capítulo 1, en la rebaja de sueldo de los funcionarios y despido de empleados públicos, debería entrarle mucho vértigo. Pues son 2.000 millones de euros que se detraerán del consumo ciudadano. ¿Cuántos puestos de trabajo se perderán en bares, tiendas y otras pequeñas empresas? Sin contar lo que el estado dejará de ingresar vía IVA e IRPF…

Invito a todo aquél que está a favor de los recortes a que piense en qué influencia puede tener sobre el consumo y a que recuerde que la mayoría de los puestos de trabajo de este país están en la pequeña y mediana empresa.

Desde mayo de 2010, cuando Zapatero anunció los primeros recortes, el consumo ha bajado escandalosamente y, sin embargo, la situación ahora es mucho peor. ¿Habrá alguna relación?

Por otro lado, invito al presidente de la CEA a hacer una reflexión. Desde hace tiempo le escucho hablar (y le leo) acerca de que todos tenemos que arrimar el hombro. Lo dijo, por ejemplo, en un artículo de opinión dirigido a los trabajadores abtes de la huelga del 29-S.

Bien, yo he pagado de impuestos en 2011 un 23% de todo lo que gano, deducido el mínimo personal y familiar. No sé si es mucho o poco. Es lo que es, el año que viene será más.

No hay que irse a Warren Buffet, ni salir de Andalucía, para encontrar empresarios que pagan menos impuestos que sus empleados. Me refiero al porcentaje, claro, no a la cantidad de euros.

Santiago, es la hora de arrimar el hombro. Anime a los empresarios de Andalucía a olvidarse de  SICAV, paraísos fiscales y otras deducciones. Anímeles a que computen sus beneficios como rendimientos de trabajo y paguen sus impuestos como lo hacen sus asalariados. Imagínese usted el servicio que le hará a Andalucía y a las empresas del sector de la construcción.

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Reflexiones después de pisar un escarabajo

ULYSSHES, autor del estupendo blog REGRESANDO A ÍTACA, dejó un comentario en la entrada Indefensión Aprendida con el enlace a un post que me encantó. Comienza así:

“El mundo es como es pero también como dejamos que sea. Estamos inmersos en una estafa de proporciones casi cósmicas en la que el mundo capitalista se ha regido durante décadas por una vorágine de beneficios a toda costa y de continuo crecimiento que solo se ha podido mantener a base de burbujas financieras, especulación y corrupción de la clase política y financiera.

El sistema ha reventado y lejos de apartar, encausar y encarcelar a los culpables de esta estafa, excepto en Islandia, se les vuelve a poner al mando de la situación en una especie de libidinosa bacanal de suicidio colectivo. Hace décadas que comenzamos a enterrar las relaciones humanas para convertirlas en unas frígidas e insensibles relaciones mercantiles. No importa quién, importa el qué y el cuanto.

Si prestamos dinero a una persona para que pueda realizar una serie de proyectos o simplemente para tener una vivienda, y esta persona por los vaivenes del mercado, por los inesperados cambios económicos, comienza a no poder pagar, ¿qué hacemos?, inmediatamente lo dejamos en la calle aunque eso suponga que esa persona no tenga dónde caerse muerto y ni un mal plato de arroz que llevarse a la boca. Aquí no se trata del aspecto humano, solo y únicamente del aspecto económico, es más, tendemos a criminalizar al afectado por haberse animado a entrar en la mecánica del mercado y haber pedido un crédito que luego se volvió en su contra. (…)”

Si quieren saber qué tiene esto que ver con escarabajos deben continuar leyendo en REGRESANDO A ÍTACA, donde pueden dejar sus comentarios.

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Carta abierta a Francisco Robles

Me hace mucha gracia el título, porque probablemente esta entrada sólo la lean unas decenas (optimista que es uno) de personas y ninguna de ellas sea el presunto receptor de la carta.

Es en relación al artículo titulado Parón universitario, publicado en ABC el 22 de mayo (ayer).

En este artículo usted pone en boca de una directora de instituto los siguiente: “Aquéllos que tenéis una tribuna no podéis dejar pasar el atropello que se está perpetrando en la Universidad de Sevilla más que en la Olavide, y todo ello por un rector y un CADUS a los que habría que investigar en serio. Espero que tú, que levantas tantas conciencias en tus artículos, tengas un hueco para esta huelga salvaje que no va a respetar el derecho a la educación. Si puedes leer los estatutos de los estudiantes de la Universidad de Sevilla aprobados en 2008 puedes caerte de espaldas. Omnipotente poder del CADUS, plagado de aspirantes a políticos sin más expectativas que encontrar un hueco en el griterío partidario. Confiamos en ti”.

Dejo aparte la arbitrariedad de “más en la Universidad de Sevilla que en la Olavide”, hoy 23 de mayo en la Universidad de Sevilla hay clases y en la Olavide no. No sé por qué dice que habría que investigar “en serio” al rector y al CADUS, así que ahí tampoco entro.

Sí voy a entrar en lo que hace referencia a la “huelga salvaje” y lo que llama “los estatutos de los estudiantes” que, presumo, debe ser el Reglamento General de Estudiantes de la Universidad de Sevilla. Donde se regula el derecho, que puede ser discutible y hasta discutido, a la convocatoria de paro académico por parte de los estudiantes. Puede que parezca una “salvajada” (uso el calificativo que utiliza la denunciante) que los alumnos puedan convocar “sólo” con 2/3 de las asambleas de todas las facultades un paro académico de dos semanas. Como todo, depende del punto de vista, y yo quiero contar qué ocurría en la Universidad en la época en la que yo era estudiante, un poco después que Francisco Robles.

En aquella época los alumnos podían cortar las clases sin encomendarse a nadie, bastaba que el delegado, o cualquiera, subiera al estrado y preguntara “¿quién quiere venir a clase mañana?”. Después se comunicaba a los profesores que “la gente” había votado no venir a clase.

En muchos centros no había clases entre semana santa y feria, era la costumbre. ¡Dos semanas sin clase! Justo lo que ahora parece salvaje.

Las clases no comenzaban antes del 10 de octubre, siendo generosos, ni terminaban después del 20 de mayo, siendo otra vez generosos.

Después estaban los viernes, en los que se organizaban fiestas o barriladas para que los de último curso sacaran dinero para su viaje, y se anunciaba a los profesores que a última hora se cortaban las clases. Sí querido alumno actual, los alumnos de entonces organizaban barriladas dentro del recinto universitario.

Yo he sido alumno en esas circunstancias, y también profesor. Puedo asegurarle que los alumnos de hoy son mucho más formales, y que la Universidad es hoy más rigurosa programando un calendario escolar con 30 semanas reales de clase, aparte de las semanas de exámenes.

Cuando hay algún posible puente los alumnos de hoy me enternecen, sobre todo si los  comparo con los de entonces. Vienen a pedirte permiso para faltar y te dicen que, si hace falta, pueden recuperar la clase otro día. Es una verdad palpable que hoy se respetan mucho más las clases que hace unos años, supongo que habrá que apuntarlo en el “haber” de estas normativas que, por supuesto, son mejorables.

Pero es que ya aprovecha usted el comprensible enfado de esta señora para echar balones fuera y no tocar, ni tangencialmente, el asunto que lleva a los alumnos al “parón” (la palabra es suya, no mía).

Se ha aprobado un Real Decreto Ley, sin debate previo de ningún tipo, donde al mejor estudiante le suben las tasas un 66%. Salvo que sea extranjero no comunitario que, en este caso, le multiplican las tasas por más de 6, aunque sea el mejor de los estudiantes. Esto, como usted comprenderá, a los estudiantes no les sienta nada bien y les lleva a la protesta.

Además los profesores subimos en horas de docencia y, consecuentemente, habrá despidos. Y también se bajan los sueldos al PAS y al profesorado. Todo esto, como usted puede suponer, afectará a la calidad del servicio. Y si no afecta será por la buena voluntad de los trabajadores de la Universidad y sus estudiantes.

Pero usted pasa de todo esto y prefiere meterse con el Rector. Me alegra que ahora le preocupe cómo se elige el rector de la Universidad de Sevilla, somos muchos los que cuestionamos la falta de democracia que denuncia el hecho de que sucesivos vicerrectores de infraestructuras sean posteriormente rector. Además, ésta ha sido tristemente la primera elección desde la democracia en la que sólo ha concurrido un candidato. Así que puede que, en esto, estemos algo de acuerdo. Pero no me negará que no tiene nada que ver con el “parón” y que me ha salido usted por peteneras.

No le gusta a usted la democracia asamblearia. Afortunadamente está en su derecho. Pero sepa usted que algunos empezamos a estar más que hartos de la “democracia columnaria”. Que es la que practican muchos columnistas convencidos de que su palabra, a fuer de no ser contestada (es lo que tiene el papel), es ley de obligado cumplimiento para el resto de los mortales.

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Indefensión aprendida

El siguiente texto nos lo pasó un compañero y viene firmado por Sofía Balmont.

Hasta ahora hemos visto lo que ocurre si a un perro encerrado en una jaula lo premiamos cada vez que realiza un comportamiento determinado, si lo premiamos solo a intervalos fijos o bien a intervalos variables, si no lo premiamos nunca o si le retiramos un castigo cuando hace lo que queremos que haga. En todos los casos el perro aprenderá que su conducta tiene una consecuencia o incluso una falta de consecuencia que él conseguirá predecir tras un breve período de aprendizaje. Y su salud mental y emocional permanecerá dentro de los límites de lo saludable.

Pero, ¿qué ocurrirá si, haga lo que haga el perro, siempre lo castigamos? Una jaula con una parrilla electrificada por suelo. Un perro encerrado dentro. Una serie de descargas que se repiten a intervalos variables, indefinidamente, sin que nada de lo que haga el animal tenga como consecuencia el cese del martirio. Al principio el perro desarrollará una actividad frenética, hará todo lo que un perro puede hacer dentro de una jaula con la esperanza de que el azar y su empeño den con el comportamiento que le libere del suplicio: levantar la pata izquierda delantera, la derecha, aullar, saltar, mover el rabo… Lo que demonios sea que se le haya antojado al experimentador-torturador para que acaben de una vez las malditas descargas. Pero todo es inútil. Haga lo que haga las descargas continúan, cadenciosamente, sin piedad, sin fin. El perro acaba por dejarse caer en un rincón y no hacer nada. No come. No ladra. No se queja. No lucha. Soporta descarga tras descarga sin inmutarse. Está enfermo. Sufre indefensión aprendida.

Hace veinte años que escuché por primera vez esta lección de psicología básica. Casi la había olvidado.

¿Es usted un buen ciudadano? ¿Un buen trabajador? ¿Un buen padre? ¿Un buen vecino? ¿Respeta las normas? ¿Paga sus impuestos? ¿Es honesto con los demás? ¿Y consigo mismo? ¿Actúa según le dicta su conciencia? ¿Cree en el sistema? ¿O acaso no cree en él? ¿Ha hecho lo que le decían desde pequeño que tenía que hacer para vivir tranquilo y honradamente? ¿Ha estudiado? ¿Se ha preparado unas oposiciones? ¿Ha hecho un master? ¿Sabe idiomas? ¿Ha trabajado duramente desde muy joven? ¿Se levanta temprano todos los días y dedica jornada tras jornada a aportar algo a la sociedad? ¿Paga sus facturas si es que todavía puede pagarlas? ¿Ha votado a la derecha? ¿Ha votado a la izquierda? ¿No vota?… Da igual. ¿No tiene usted la sensación de que, sea cual sea su respuesta a esas preguntas, da igual? Que igualmente le bajarán el salario una y otra vez, o lo despedirán, o se quedarán con su casa, o le asfixiarán las
deudas, o no verá futuro para sus hijos. Da igual que sea usted funcionario, albañil, autónomo, inmigrante, de pueblo, de ciudad, viejo, joven, hombre o mujer. Da igual que le ponga empeño a lo que hace, que crea en ello, que espere una recompensa… No habrá recompensa. Mejor dicho: la recompensa no vendrá del que le mantiene encerrado en una jaula con parrilla electrificada por suelo. Él ha decidido que ahora toca la descarga indiscriminada y la indefensión aprendida.

Pero le contaré un secreto. La jaula tiene una puerta. Todas las jaulas tienen una. Dentro de la jaula no acabarán las descargas pero fuera hay aire puro, tierra firme, alimento fresco y otros perros maltratados con los que, tras maniatar y amordazar al experimentador-torturador, construir un mundo sin jaulas. Solo es cuestión de abandonar el rincón en el que nos hemos ovillado sumidos en la desesperanza, comprender que la única salida está tras las rejas y descorrer el cerrojo.

Hace veinte años que escuché esta lección de psicología básica por primera vez. Y casi la había olvidado… Con lo importante que era.

Sofía Balmont

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