El pasado jueves, 11 de octubre, asistí a una manifestación convocada por los estudiantes de las universidades sevillanas contra los recortes.
Todo ocurrió con bastante normalidad, desde el rectorado de la Universidad de Sevilla hasta Las Setas.
Una vez finalizada la manifestación los asistentes usaron como tribuna las escaleras de las setas, para oír los manifiestos que habían preparado los colectivos de estudiantes.
Fue en este momento cuando me sorprendió que una de las tres furgonetas policiales que acompañaban a la manifestación atravesara la plaza, de manera que se dispusieron dos filas de policías a cada lado de las setas. Al disolverse la manifestación los policías, dispuestos como acabo de decir, se dedicaron a pedir la identificación de los asistentes (sobre todo los “cabecillas”) y a registrarles sus mochilas.
En teoría la policía debe tener un buen motivo para pedirte que te identifiques y, si no lo tiene, podrías negarte a facilitarles tu identificación. En la práctica sabemos que quien se niegue a identificarse, aunque no haya motivos para ello, con toda seguridad acabará detenido sin que posteriormente la justicia les afee la conducta.
Ni siquiera ante este abuso los estudiantes sevillanos dieron problemas a la policía, todos los que fueron requeridos se identificaron evitando mayores incidentes.
Sin embargo, no dejo de pensar en el hecho y no se me ocurre ninguna buena razón para justificar que la policía reciba la orden de identificar a los que ejercen el derecho a manifestarse. Más bien al contrario, creo que son identificaciones prospectivas que buscan intimidar a los que participan en las protestas y, seguramente, también persiguen provocar…
Les dejo, por cierto, un vídeo de la manifestación. Lamentablemente no recoge el momento posterior al que me refiero.