Se conoce como deuda odiosa, execrable o ilegítima “aquella contraída contra los intereses de la población de un país y con el completo conocimiento del acreedor.” Esta definición, seguramente muy simple, intenta resumir toda una teoría jurídica.
Son muchos los casos en los que gobiernos se han negado a pagar una deuda que considera odiosa. De hecho los Estados Unidos han esgrimido este argumento para no pagar la deuda externa de los países que formaban parte de su protectorado: desde Cuba y Filipinas en 1898 a Irak en 2003.
El hecho es que hoy en España, al igual que en muchos países, se está procediendo a transformar deuda privada, principalmente de bancos y promotoras inmobiliarias, en deuda pública. De forma que serán los ciudadanos, principalmente los asalariados, los que habrán de pagar con sus impuestos la deuda contraída por unos pocos al albur del boom inmobiliario, hoy llamado burbuja. (Tiene gracia, porque ahora boom tiene la connotación negativa de haber explotado la burbuja)
Estas transferencias de deuda las están haciendo los gobiernos en connivencia (bien voluntariamente, bien presionados por los llamados mercados) con los acreedores de la deuda privada, que pasan así a serlo de los estados. A espaldas del pueblo.
Por esto gran parte del incremento de la deuda pública en España es ilegítima.
Además está el asunto del alto interés que se está pagando por esta deuda execrable. De todos es sabido que gran parte del dinero que le prestan a España al 6% (por ejemplo) lo reciben los acreedores del Banco Central Europeo (o sea, de España y el resto de países de la Unión Europea) a un interés mucho más bajo (pongamos al 1%). Esto hace que, hoy por hoy, al Estado Español le cueste más dinero pagar los intereses de la deuda que los sueldos de sus funcionarios. Lo cual, lamentablemente, incrementa el déficit y lógicamente el principal de la deuda.
Esta circunstancia está siendo aprovechada por el pensamiento neoliberal, del cual nuestro gobierno forma parte (el estatal por ideología y el autonómico no sé por qué), como excusa para emprender una serie de políticas destinadas al adelgazamiento de lo público en favor de lo privado. Exactamente las mismas medidas que se tomaron en los años 80 y 90 en Sudamérica con nulo éxito.
De hecho, la ineficacia de todas estas medidas ya la estamos notando en nuestras propias carnes, pues todos estos recortes tienen el efecto de generar más desempleo y hacer decrecer el consumo (lo cual, a su vez, vuelve a generar más desempleo).
Creo que ya es hora de reclamar una auditoría de la deuda externa española, que nos sirva para saber a cuánto asciende toda esta deuda odiosa.
Y sobre todo, es hora de decirle a nuestros gobernantes que no se debe pagar la deuda odiosa, que la paguen los que la han contraído.
Nada que añadir,análisis certero.