Nuevas reflexiones sobre #EleccionesUS a Rector/a del Colectivo Hamlet:
Mª Jesús Albarreal, Teresa Duarte, Miguel Ángel Olalla, David Patiño,
José Pérez de Lama y Curro Villarejo.
Informe-transparencia-universidades-2014 Uno de los principales males que la sociedad señala en el actual sistema democrático es la falta de transparencia de las instituciones públicas. También en muchas instituciones privadas, lobbies, bancos,… Pero vamos a centrarnos en lo público.
En realidad esa falta de transparencia es opacidad, pues no es que las instituciones públicas no administren información a los ciudadanos ni dentro de la propia organización, es que hay voluntad de no ofrecerla y además de aparentar que se es transparente. ¡Oh, portales de transparencia, qué solución a todos los males de esta opacidad!
En nuestra opinión la opacidad es un mal de (casi) todos los responsables de administrar instituciones públicas. La falta de transparencia no es, ni mucho menos, un pecado exclusivo de políticos corruptos. En el mejor de los casos la opacidad es consecuencia de una actitud paternalista del gobernante, que entiende que la ciudadanía no tiene por qué ocuparse de conocer todo acerca de la actividad de la administración, o que piensa que él, que sí tiene toda la información, no puede pararse en explicarnos estas cosas que, probablemente, no estamos capacitados para entender (siempre según su opinión). Es posible que en el paternalismo esté el germen de esa escandalosa falta de transparencia en la que caen los gobernantes.
Casi siempre el gobernante ve en la opacidad una herramienta muy útil para mantener a raya a la oposición en particular y a la opinión pública en general. No cabe duda de que si el contrario no tiene suficiente información difícilmente podrá tener una opinión formada que le permita cuestionar su gestión, y no digamos la ciudadanía. Y así ocurre que a los administrados nos dan información para simular transparencia, pero descontextualizada y a grandes rasgos, de forma que no se pueda desmenuzar para analizarla al detalle o no haya forma de relacionar una información con otra.
Es ahí, en esa maraña de grandes cifras difíciles de entender, en esas partidas ocultas en el interior de los grandes números, en esas reuniones que sabemos que mantienen los gobernantes pero sin conocer el detalle de lo que dicen, tras esa espesa niebla en la que ocultan la realidad, donde aparecen los comisionistas, las concesiones irregulares, los desvíos de fondos, los enchufes, los favores a los económicamente poderosos,… y donde se abren las puertas giratorias.
Pero no hace falta llegar a estos extremos para considerar la falta de transparencia como algo indeseable que debe desaparecer de nuestras instituciones.
Ante las elecciones a Rector/a de la Universidad de Sevilla creemos que este asunto, el de la transparencia, es algo crucial que debería estar en los programas de todos/as los/as candidatos/as.
Es altamente preocupante la opacidad que envuelve la acción del actual equipo de gobierno, y muy sorprendente la poca consciencia que, aparentemente, tienen de este hecho. Es habitual no facilitar a los miembros de las distintas comisiones, incluso del Consejo de Gobierno, información suficiente como para hacerse una idea real del alcance de las decisiones que deben aprobar o apoyar. O facilitar esta información con tiempo insuficiente para evaluarla, haciendo llegar cientos de folios sin tiempo para estudiarlos, apenas 48 horas antes de las reuniones.
Si eso es así con quienes pertenecen a alguna comisión, el resto de los que formamos la comunidad universitaria (profesorado, estudiantes y personal de administración y servicios) estamos en peor situación. Los claustrales de la Universidad, representantes elegidos por la comunidad universitaria, no disponen de cauces que les permitan demandar o acceder a esta información por parte del equipo de gobierno. En demasiadas ocasiones la información de la actividad del equipo de gobierno que llega al resto de la comunidad lo hace a través de los miembros de Adius o de los comunicados de las secciones sindicales, casi nunca se informa desde el vicerrectorado correspondiente. Los representantes sindicales reciben la callada por respuesta a sus preguntas… En general la Comunidad Universitaria ha de conformarse con el portal de transparencia que sigue ofreciendo grandes dificultades para obtener lo que se busca… y cuando se hace nunca es en un formato que permita manejar los datos obtenidos, agregarlos y desagregarlos para obtener de ellos una idea real de la política universitaria.
La opacidad, mediante la desinformación del administrado, hace que la ciudadanía no pueda intervenir en la acción del administrador. Ni siquiera de una forma indirecta. Y esto puede tener consecuencias muy graves e indeseables, pues los gobiernos toman decisiones que no pueden ser cuestionadas por los ciudadanos.
En nuestro caso, nos preguntamos si la Universidad de Sevilla habría iniciado la obra de la biblioteca del Prado si la Comunidad Universitaria hubiera sabido que no tenía permiso para ello. Probablemente algo más de información hubiera permitido a los representantes en las comisiones correspondientes cuestionar la acción del equipo de gobierno. Puede que entonces la historia hubiera sido otra. Y lo más rocambolesco y preocupante en este caso es que seguimos desconociendo qué conversaciones/negociaciones mantuvieron la Universidad de Sevilla, el Ayuntamiento de la ciudad y la Junta de Andalucía, y cómo esto ha llevado a la Universidad a reconocerse como única responsable y a la Junta, a través de la Consejería de Ramírez de Arellano, a reclamar la devolución del dinero aportado por ésta.
Aunque desconocemos los detalles del “caso Centrius”, denunciado por el Colegio de Arquitectos e investigado actualmente por la Fiscalía, nos tememos que, de haber tenido la Comunidad Universitaria más información, se hubieran evitado algunas prácticas que parecen muy dudosas.
En el último examen de transparencia elaborado a las universidades españolas por la Fundación Compromiso y Transparencia se sitúa a la Universidad de Sevilla entre las 10 universidades públicas catalogadas como opacas (16 se etiquetan como transparentes y 23 como translúcidas). Nuestra Universidad es, además, en este ranking la segunda peor de Andalucía por delante de la Universidad Intenacional de Andalucía.
Desde el Colectivo Hamlet consideramos de vital importancia que el/la nuevo/a rector/a se comprometa a combatir la opacidad, a abrir la acción de su equipo de gobierno a la opinión y control real de toda la Comunidad Universitaria. Esperamos con interés sus propuestas en la próxima campaña electoral, para la Transparencia en la Universidad de Sevilla.