Lotería: mejor no jugar

He leído estos días en la prensa unas declaraciones de David Martín de Diego, del Instituto de Ciencias Matemáticas, en las que afirma que la probabilidad de obtener algún premio en la lotería es del 15%, incluidos reintegros.

También habla David de las supersticiones populares ante el sorteo: que si una ciudad es más premiada, o una administración… Lógicamente, a lo largo de la historia, Madrid debe ser más premiada aunque sea por el simple hecho de vender más lotería, lo mismo ocurre con determinadas administraciones de lotería. Martín de Diego afirma que “hacer cola para comprar un número en una determinada administración es absurdo”.

Claro, que a la mayoría de los ciudadanos nos mueve más la envidia futura que la superstición. Mi principal motivación es la posibilidad (aunque sea mínima) de que le toque a alguien cercano la lotería, pero a mí no. Por eso llevo de la que se compra en la Facultad, y la que vende a mis vecinos el bar de la esquina, y la que llevan mis hermanos… No me toca nunca, de acuerdo, pero tampoco a ellos.

Para finalizar, les dejo una frase de Claudi Alsina que he leído en el blog Algo más que números, de Pepe Muñoz:

“La lotería es un impuesto para las personas que son malas en Matemáticas”.

La forma hace al monstruo

Artículo de Javier Sampedro en el blog Simetrías.

Anomalocaris_reconstruction

Ahora la tenemos tomada con las agencias de calificación, pero cada época inventa sus depredadores: la conspiración judeomasónica en la Arcadia franquista, la administración de justicia en la Inglaterra dickensiana, el recaudador feudal, el emperador Nerón, el tiranosaurio rex.

El precursor de todos ellos fue el Anomalocaris de la imagen de ahí arriba -tomada de su última aparición en la revista Nature-, una fiera corrupia de pomposas fauces, nadar aparatoso, mirada torva y con más dientes que el caballo de Gargamel. Fue la primera cosa con un metro de eslora que inventó la evolución, y terror de trilobites a juzgar por las muchas cáscaras de estos que dejó en sus deposiciones.

Si esa especie de trompas que le salen al morlaco por mitad de la frontal le han parecido al lector un par de langostinos, ningún experto podrá reprochárselo. Eso es justo lo que pensó su descubridor, el famoso paleontólogo norteamericano Richard Walcott. Se encontró una trompa suelta en 1928 y la clasificó como un fósil del primer crustáceo del planeta. La verdad es que se parece un montón a una gamba. La siguiente imagen es mi propia versión, admitidamente naïf, de la trompa del Anomalocaris: Continuar leyendo “La forma hace al monstruo”