Del discurso leído por José Echegaray ante la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en su recepción pública el once de marzo de 1866
(…) Así, señores, es la ciencia eminentemente útil, no de una manera indirecta por sus aplicaciones, sino directa e inmediata, porque directa e inmediatamente y por su propia virtud, satisface altísimas necesidades humanas, y del mismo modo que el cuerpo busca el pan de cada día, busca el alma, hambrienta de belleza y de verdad, algo que satisfaga las aspiraciones a lo infinito de su inmortal esencia; busca la verdad repito, por esa misteriosa atracción que entre la verdad y el pensamiento existe, y que hace que la razón vaya tras ella anhelante, y sin ella muera, y con ella viva; y que al hallarla en su esencia divina, se sumerja y se bañe gozosa como en océano de luz.
José Echegaray y Eizaguirre
Gracias a la conferencia impartida ayer por el profesor D. Renato Álvarez Nodarse, he tenido conocimiento de este discurso que, con motivo de su entrada en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, dio Echegaray, nuestro premio Nobel.
Como relatan Antón del Olmet y García Carraffa en su libro Echegaray, el discurso fue muy polémico en su tiempo por su visión negativa de la matemática española y por su defensa de la ciencia básica frente a la práctica:
Y como el discurso resultara áspero, crudo y hasta agresivo, produjo, a pesar de las felicitaciones y elogios de rúbrica, pésimo efecto en algunos centros y colectividades… Muchos periódicos combatieron su discurso. Los revolucionarios atacaron sus tendencias liberales; los liberales le acusaron de maltratar a la Ciencia Española y la polémica fue ruda porque D. José contestó a todos en el mismo tono que había empleado en su discurso.
Yo os animo a leer el discurso, cuyo enlace tenéis aquí.