Manifestación en Sevilla: 20h desde la Plaza Nueva
Se congratulaba ayer Juan Ignacio Zoido (alcalde de Sevilla, diputado en el Parlamento de Andalucía, presidente del PP-Andalucía, jefe de la oposición al Gobierno de la Junta de Andalucía,…) de los avances legislativos habidos en España en favor de la mujer. Decía que cuando él estudio derecho, según el Código Civil, el hombre elegía cuál era su domicilio mientras la mujer se domiciliaba en el de su marido, o que las mujeres no podían abrir una cuenta sin el permiso de sus maridos…
Amigo Juan Ignacio, hace ya mucho tiempo que estas cosas cambiaron y si, después de tantos años, tenemos que destacar esto, muy poco hemos avanzado.
Hoy es día de hablar de brechas salariales, de reconocimiento laboral y de la mala distribución del trabajo domestico y la carga del hogar. A muchos les parecerán muy trillados estos asuntos… lo lamentable es que no dejan de estar de actualidad un año tras otro. En este sentido, el día internacional de la mujer comienza a parecerse a otros días “señalaítos”, mediáticamente todo se queda en una superficial foto-denuncia que no acaba de promover un cambio conciencias. Algo más (o distinto) habrá que hacer.
Este año, varios después del comienzo de la estafa (crisis), hay que hablar de cómo han empeorado las condiciones de la mujer en España. De ahí que haya comenzado con la reflexión autocomplaciente de Zoido, pues las políticas de su partido están profundizando la brecha entre hombre y mujer. ¿Cuántos años hemos retrocedido en uno sólo?
Los recortes en servicios sociales (Dependencia, Educación y Sanidad) tienen un doble efecto negativo en la situación de la mujer. Laboralmente incide en sectores con gran presencia femenina, lo que hace que más de la mitad de los nuevos desempleados sean mujeres. Socialmente, el injusto reparto de tareas domésiticas hace que todos estos recortes aumenten la carga de trabajo de la mujer en su hogar: educación y cuidado de hijos y cuidado de familiares enfermos/dependientes. De forma que son muchas las mujeres que están dejando de trabajar parcialmente para poder atender a su familia allí donde el Estado ha dejado de auxiliarles.
Y es que siempre, también en España, la pobreza tiene rostro de mujer.