Los aficionados, por decir algo suave, al fútbol a veces nos sorprendemos diciendo del árbitro: “No puede ser que no lo haya visto”. Es decir, que tenemos la capacidad de meternos en la cabeza del pobre trencilla para saber qué ve y qué no ve.
Pues bien, con los que rigen nuestra economía en tiempos de crisis (y sin crisis también) me pasa tres cuartos de lo mismo: tengo la certeza de que no puede ser que ellos no sepan que nos conducen al desastre.
No pueden no saber que la falta de inversión pública genera paro y, en consecuencia, aumento del gasto público y reducción de ingresos vía impuestos.
No pueden no saber que los recortes en el salario de los empleados públicos y en las pensiones provocan un descenso del consumo, lo cual provoca más paro, más gasto y menos ingresos.
No pueden no saber que los recortes en sanidad, educación y el resto de servicios sociales provocan paro directo, más paro indirecto en proveedores y un retroceso de varios años ¿décadas? en los derechos de la mujer, pues sobre ellas cae lamentablemente el peso del cuidado de hijos y familiares necesitados.
No pueden no saber que España ya ha rebasado los 6 millones de desempleados y no parece haber tocado techo. No pueden ignorar que en Francia lleva creciendo el paro 23 meses consecutivos. Saben con certeza que la política de austeridad es directamente responsable de esto y, sin embargo, no están logrando contener el déficit.
No pueden ignorar que sabemos que están transfiriendo deuda privada hacia la deuda pública, y les da igual.
No pueden no saber que lo que este año paga España en intereses de la deuda es aproximadamente lo que cuesta el banco malo.
No pueden no saber que el banco europeo le está prestando dinero público a muy bajo interés a los bancos para que estos se lo presten a los estados a un interés mucho mayor, lo cual convierte la deuda injusta de los países en impagable. Nos rescatan con nuestro dinero (el de los ciudadanos europeos) a un alto interés, ¡qué injusticia!
No pueden no saber que la deuda (pública y privada) de la eurozona ascendía en 2011 a 23,78 billones de euros mientras que sólo circulaban 9,53 billones lo cual, con la actual política económica, hace que la deuda sea impagable.
Sí, ya lo sé, me he levantado pesimista. Pero es que tras leer La ruina de pagar la deuda impagable, de Juan Torres López, me pregunto a qué tipo de desastre quieren llevarnos.