Comunicado del SAT Universidad de Sevilla
Cuando una hija le pregunta a su madre o a su padre que a quién quiere más, si a su hermano o a ella misma, lo normal es que la madre responda con otra pregunta “¿qué dedo me corto que no me duela?”.
Como se viene denunciando desde antes del comienzo de la crisis y sus “medidas de ajuste”, el poder económico está empeñado en demostrar, por la fuerza, lo que lleva anunciando desde siempre: lo público no funciona, está mal gestionado, es ineficaz… Durante años, cuando lo económico parecía ir bien, la realidad se empeñaba en no ajustarse a estas proclamas. Desde el comienzo de la democracia hasta el inicio de la crisis los servicios públicos han incrementado su eficacia, tanto en la calidad y cantidad de los servicios como en sus beneficios sociales y su universalidad.
Pero la cantinela estaba ahí: la ineficacia de lo público frente a la sacrosanta eficacia de lo privado. Con la crisis, con la ruptura de la madre de todas las burbujas financieras, el poder económico ha visto la oportunidad de forzar la realidad para que se parezca a su discurso. Es claro que los recortes en servicios sociales no persiguen lo que dicen: el ajuste del gasto público para frenar el endeudamiento. Más bien al contrario, estos ajustes han traído un menor ingreso del Estado. Cada euro recortado en servicios es un euro que no paga impuestos y, sobre todo, que no va al consumo privado. Siendo esto así, ¿cuál es la verdadera intención del recorte? No puede ser otra que forzar la ineficacia del servicio público.
En esta situación nos encontramos ahora, por ejemplo, al diseñar la docencia de nuestra Universidad para el próximo curso. Una de las imposiciones de los recortes ha sido la subida de la dedicación docente máxima de 240 a 320 horas anuales. Dado que ni el Gobierno Central ni el Andaluz permiten contratar profesorado, más allá de algunas interinidades, una de las pocas formas en la que se puede mantener la docencia por debajo de 240 horas anuales es disminuir el número de grupos de docencia, opción por la que parece se está inclinando el Equipo de Gobierno de nuestra Universidad.
Y así llegamos a la pregunta-respuesta inicial “¿qué dedo me corto que no me duela?”. ¿Que es preferible? Si se aumenta el número de alumnos por grupo, la calidad de la docencia se ve perjudicada y, en consecuencia, el servicio prestado por la Universidad; pero si se mantiene el mismo número de grupos aumentando la docencia del profesorado, la calidad de la docencia, de la investigación y de la gestión pueden verse perjudicadas y, en consecuencia, el servicio prestado por la Universidad. “¿Que dedo me corto?”. Sea como sea el objetivo está cumplido: forzar que la Universidad, como servicio público, sea ineficiente como el poder económico venía diciendo.
Y todo esto por los recortes promovidos por el Estado desde 2010, pero también por la acción del Gobierno Andaluz, autodenominado de izquierdas, que con su “tasa de no reposición” no permite la contratación de profesorado desde hace años. Según datos de la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo, la Universidad de Sevilla perderá 1.172 profesores en la próxima década. Tristemente, el gobierno bipartito de PSOE e IU en la Junta de Andalucía participa activamente en la degradación de los servicios públicos.
¡NO A LOS RECORTES, VENGAN DE DONDE VENGAN!
¡NO A LA DEGRADACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS!
¡NO AL PAGO DE LA DEUDA ILEGÍTIMA!