– Chico, me voy a acostar, estoy cansado.
– De acuerdo Papá, yo te ayudo.
– Tenéis que cuidar de vuestra madre.
Y se fue… Y desde entonces, la verdad, hemos cuidado a nuestra madre de aquella manera: la hemos agobiado con nuestros pequeños problemas laborales, las dificultades familiares, las disputas, las preocupaciones por nuestros hijos, que son sus nietos,… Todo lo que hacemos, lo que nos pasa, es susceptible de generar preocupaciones en nuestra madre.
(Ahora que soy padre, intuyo que será así para siempre)
Pero también nuestras alegrías, nuestros éxitos, las satisfacciones personales, los motivos de orgullo que nos dan nuestros hijos, que son sus nietos, son para ella motivo de felicidad.
Así que, no sé, puede que cuidar a una madre consista en esto, en estar con ella. Aunque esto a veces le genere preocupaciones y miedos por nosotros y los nuestros… De igual manera que otras veces le daremos tranquilidad, felicidad y la posibilidad de sentirse orgullosa de sus hijos y sus nietos.
Sus nietos… porque esa es otra. Estaba hablando de sentimientos y sensaciones, pero esto de los nietos es algo más físico. Desde que mi padre me pidió que la cuidásemos no hemos parado de pedirle (por favor) que se quede en algún momento con nuestros niños, sus nietos… Raro es el día en el que no le “prestamos” algún niño, y no tan niño.
Sus nietos… ¿qué sería de mi Dima sin mi madre?
Estaba pensando en todo lo que he escrito este día sobre mi padre desde hace ocho años, cuando caí en que no estaba haciendo justicia a la verdad. Mi padre no hubiera sido quien fue sin mi madre, así que una historia de él sin ella es una historia incompleta
Yo no sería quien soy sin mis padres, supongo que esto es así con todo el mundo… conmigo también. Mi manera de ser, de comportarme en el trabajo, de estar con mis amigos, de vivir en familia, de querer a Eugenia, mi forma de pensar, mi manera de mirar al otro, mi preocupación por la justicia, mis ideales,… sí, también aquellos “tan de izquierda” que tanto sorprenden a mi madre. En todo esto que soy, mis padres han intervenido fundamentalmente, a veces sólo con su presencia, otras veces con su ejemplo y otras también con su palabra.
Mi madre, y a esto le doy mucha importancia, nunca me dijo que yo no podía hacer algo, por difícil que fuera lo que me hubiera propuesto. No recuerdo una sola vez que me haya dicho “esto es muy difícil” o “no vas a poder hacer esto”. Esta confianza que ella (y mi padre) siempre ha mostrado en mi me han hecho un hombre con fe en mí mismo y en mis posibilidades.
Así que, ya veis, me disponía a hablar de mi padre y os he hablado de mi madre, que es otra forma de hablar de él. Y volviendo al inicio, supongo que decir qué cosas ha hecho mi madre por mí es una forma de cuidarla.
Dedicado a mi padre, mi rincón, el día de su cumpleaños.